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Palus Somni |
Volví a soñar contigo y con las horas malditas en que las nubes, las más grises y feas que jamás vimos juntos, se anidaron en nuestras cabezas. Creo que solo quisiste fastidiar, que ni siquiera dijiste una palabra coherente. O tal vez me hablabas en otro idioma, el del enfado, el de los gritos agudos.
También hace días que viniste a mi ciudad, a pedirme perdón -será que me lo pedí a mí misma, me dije, será que guardo la culpa, me dije-, y a decirme que me querías, que seguías enamorado de mí -será que aún te amo, me dije, será que aún te odio y quiero regodearme en la miseria de tus llantos y súplicas-.
Amplifiqué lo que tal vez fueron diez segundos de inconsciencia y que sobre la almohada de plumas se tradujeron en una noche eterna, de mil vueltas, y una mañana de resaca y mal humor.
Los espectros que nos visitan en la vigilia suelen ser las cadenas que arrastramos hasta hundirnos en el agua, como Alfonsina, como Virginia, pensé.
Son energías que invocamos, o que nos llaman desde lejos, me dijeron.
¿Sientes culpa? -Otra vez la misma palabra/concepto/juicio-.
No.
¿Cómo le arrastró la corriente a estas orillas lejanas?
Creo que me persigue. "Y una bruma cuasi culpable me recorre el ánima..."
¿Y eso?
El único poema que me han escrito que merece la pena reseñar. Pero, por favor...
"[...] si el llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido..."
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