La evitaba cada día, le daba la espalda,
la aniquilaba en los espejos,
la cubría de risas para que no se notara,
la disimulaba en la calle,
la tapaba con sombras...
Pero...
Era imposible.
La aguantaba todos los días en sus rodillas,
soportaba su peso y escuchaba su burla.
No podía olvidarla,
no podía evitarla.
La lloroba en las noches.
Y era la única que, aún pasando el tiempo, crecía.
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