martes, 17 de abril de 2012

Ejercicio de Ifigenia



Pudiera pensarse lo contrario, pero Abigail no quería que María Eugenia se casara. Un velo y muchas piezas de seda rosa con encajes blancos, comprado todo por dos esmeraldas de la bisabuela, no pagarían años de infelicidad futura. Y encima era Feo.

Fúgate con Gabriel, María Eugenia, que te espera una vida desdichada en una ciudad con tantas aes, suspiraba Abigail sentada en el viejo Cine, pero en realidad, si fuera yo, ay, si yo pudiera hacer las maletas a una ciudad con mi inicial, pero niña, María Eugenia, atiende, que te quedaste como embobada y así no se hace dulce bueno, y entonces se acordaba de lo que era decidirse entre el médico galán y el hombre ministerial, tan seriecito que es, mija, ése si que va con buenas juntas y no como tu tío Pancho, pero era Feo y ella no le quiere más que por los reales, se le nota cuando mira, pero que decida de una vez, que me retuerzo en la butaca, que no puedo más, que le comen los nervios a Abigail si escucha esos acentos con tantas indecisiones...

Pero María Eugenia debía clavársele en la retina esa noche de lluvia y frío atemporales como un ejemplo de lo que ella no era. No solo una instantánea de una Marilyn caribe entre satenes pálidos. Abigail tenía decidida la huida , las maletas hechas, el corazón sin nadar en las aguas de lo que debe ser y lo que se quiere... Solo le faltaba que alguien le propusiera un plan de fuga.

1 comentario:

IvanFeo dijo...

Fue emocionante leer este mordizco. Buenas letras, buen escrito.
if (Iván Feo)

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