lunes, 21 de febrero de 2011

Mañana

Pensaba,
qué sencillo es demostrar el odio,
apretar puños y anidar maledicencias
gritar
ahogando hasta lo último que nos queda de persona,
despreciar.


Pero luego rechinaba los dientes
se mordía la lengua,
convertía en bolo una amalgama de apegos que tragaba sin saliva
que mascaba como un rito
que sabía de memoria
que encontraba en la punta de sus dedos entre sudores
que brillaba en sus ojos...


Tenía miedo
y se decía,
mañana
mañana entre las sábanas, cuando crea que casi duermo
entre las conversaciones absurdas y los interrogatorios sin sentido,
mañana, cuando otra vez me pregunte por qué le miro raro,
cuando no entienda por qué lloro.
Mañana le confesaré que soy una cobarde,
que no sé cómo decirle que le quiero.





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