Septiembre

Como si hubiera presentido que el día estaba gris, se levantó de la cama con el ánimo aguado. Había soñado con esa imagen distorsionada y magnificada otra vez.

Sonaba el 'Waiting for the worms' durante varios días. Y aquí estaban ya para devorarle los intestinos. No es bueno comer tierra, pero se había acostumbrado a la sensación arenosa en su boca. Se había acostumbrado a prepararse siempre para lo peor, a anticiparse a la patada certera...

Pero, por mucho que se previniera, el golpe siempre dolía.
No se pueden evitar los oxiuros.

No se puede evitar la descomposición interior que viene tras cada desengaño. Puede que tarde dos semanas o seis meses en incubar los huevos, que los efectos se sientan incluso más tarde...

Pero la podredumbre va por dentro.

Ella pretendía esconderlo a los demás, pero nunca se puede huir de uno mismo. Y aunque había intentado por todos los modos arrancar esos trozos rotos que se le hincaban por todas partes, puede que hasta doliera más su extracción.

Pero esa mañana no quería averiguarlo. Solo deseaba que pasara el tiempo y que la ciudad se deshiciera en lluvias para purificarse. Al menos por fuera.

Así empezaba el mes que más cambios le había traído durante los últimos ocho años: Una ciudad caníbal, un huracán Terrible, un contubernio machista, un vicio insano y, el último, insurgencia y clandestinidad.

Ahora tenía por delante 30 días de viento, desvelos... Y gusanos.

Porque Septiembre es el mes de los gusanos.