martes, 28 de octubre de 2014

Deuda externa



Te debía la lluvia,
las horas esperando que pasara el tráfico,
la tempestad del después, cuando nos mirábamos a los ojos.

Te debía mis maletas y mi tiempo,
ese suspendido entre el 'será' y el 'nunca fue',
el que en mí se marcaba como en el reloj del conejo:
"Es tarde. Me voy, me voy, me voy".

Pero no me fui.

Porque te debía la risa,
los afectos, 
los abrazos mendigados a la fuerza,
los sollozos, las alegrías. 

Te debía un mundo hecho a medida,
donde nadie entraba, donde nadie veía.
Donde, a veces, yo no creía.

Te debía las letras de mis poemas, 
las fotografías.

Hasta que me debí a mi misma.

Y me fui.





1 comentario:

esmilodonte dijo...

Sólido, me gustó. Pasamos por eso, queramos o no

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