Amaneció esa mañana con dos pies izquierdos.
Si ayer se comía el mundo, hoy le devora el más humilde insecto.
Donde veía retos superables,
se le aparecen infranqueables muros, imposibles de derribar.
Las fuerzas le fallan, las ganas le faltan, ha menguado de tamaño.
Todo es duda e incertidumbre.
Ella, que tenía claro lo que pensaba y sentía,
fuerte y muy adentro,
cree que todo es cosa del ayer.
El futuro, que era oportunidad, ahora son nuevos miedos que afrontar.
Como una excepción en su vida,
evoca apenas retazos de lo que soñó anoche.
Pero sí recuerda nombres, macetas mustias, mentiras y dolor.
Así, abrazada a la fe ancestral en los sueños,
abriga hoy un rito que creía olvidado: se calzó yelmo, gola, peto y escarcela.
Y prometió no quitárselos nunca más
1 comentario:
Jo este da un poco de bajón, esperaré al mordisco de la esperanza :)
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